miércoles, 6 de abril de 2016

Recuerdos.


Me dices que te cuente mi niñez. ¿Cómo quieres que te cuente mi vulgar niñez? Todo fue sencillo e ingenuo- Ni yo sabría como explicarte lo que sentía, ni yo misma sabría decirte el por qué de mi pensar, de mi risa, de mi reserva, de mi horror a todo, de mi alegría y de mi vivir alegre, concentrado e ingenuo. Mezcla rara a la que no sabría responder el por qué de mi yo ser así.Vagos recuerdo son los que se agolpan de mi cabecilla infantil. Fugaces palabras que sin saber su unión ni relación con nada las tengo grabadas. Todo lo escribiré como lo recuerdo: la sensación, su olor fugaz, sin buscar el por qué...



En mi pueblo, el aire tiene olor a campos, a trigos y amapolas. El sol: amarillo, alegre, tostado. En las casas bajitas y blancas, ondean en sus tejados el jaramago en flor. Allí en mi pueblo, en la casona verde, asoman erguida la palmera y el níspero. ¡Qué alegre es el agua cuando escapa de la piletilla!. Corre sonando su cantar entre las piedras, y la yedra verde del níspero, queda fresca, brillante.Yo sé cuando es primavera en mi jardín. Lo sé cuando está callado y silencioso. Entonces, llego, le miro despacio, me siento en sus piedras frescas y sé que es primavera. En el ciruelo han nacido, unas florecillas blancas-rosadas. La flor del níspero, huele a polen.












No se si mis recuerdos son alegres. Los tengo dentro de mi corazón. Son como alas cristalinas que me llevan sin yo querer a ese mundo sagrado de mi niñez, de mis sensaciones y añoranzas, de mi mirar un poco retraído, alegre y solitario.
Quiero dejarlos quietos. Vivir en el momento, sin recordar. Es como mirar a un pozo que te empuja hacia adentro. Donde la negrura de sus aguas te atrapan sin cesar.
Luz, luz y color.